No es una tarea divertida, ni creativa, pero no hay más remedio -si vas a preparar alimentos para conservar- que esterilizar a conciencia.
Los frascos deben ser de vidrio, y de tamaños similares. Lavarlos con agua y jabón y enjuagar bien. Colocar los frascos en una olla -parados y con la boca para arriba- y taparlos con agua fría. Se puede poner algún paño de algodón o tul entre los frascos si te preocupa que se puedan golpear o caer. Llevar la olla al fuego hasta que hierva, bajar el fuego y dejar 20 minutos más (cuidando que no deje de hervir). Para esterilizar las tapas -que deben ser de metal- se utiliza la misma técnica pero 5 minutos son suficientes.
Retirar los frascos y las tapas del agua, apenas transcurrido el tiempo de esterilización. Es conveniente tener una pinza para esta tarea, que también deberá estar esterilizada lo mismo que las cucharas, embudo o cualquier otro utensilio que vayas a utilizar para envasar.
Las conservas dulces se envasan cuando aún están tibias, y las saladas a temperatura ambiente. Hay que tener la precaución que no queden espacios vacíos dentro del frasco; podés golpear suavemente el fondo del frasco contra un paño, para que no se formen burbujas de aire.
Pasarle una gasa con alcohol a la tapa, dejar que se evapore, cerrar firmemente el frasco y colocar boca abajo en un lugar fresco por unas horas, antes de almacenarlos.
Seguramente esté de más hacerte recomendaciones como: usar guantes descartables, recogerte el pelo, y limpiar previamente toda la superficie donde vayas a trabajar. Pero si te estás iniciando en estas lides, todos los consejos te serán útiles.
Animate, una vez que empezás a hacer tus propias conservas, nunca abandonás la costumbre. Y si te hacés el olvidadizo, seguro que alguno en tu casa te lo recuerda.