Durante mi infancia, solo conocí la berenjena disfrazada de milanesa. Mi abuela las preparaba de esa forma, y no voy a mentir diciendo que suponía una alegría descubrir el menú, pero acepto que era un buen intento sobre todo si el acompañamiento eran papas fritas.
Pasé muchos años sin volver a probarlas, y cuando, ya de adulta, me volví a cruzar con ellas pudimos hacer las pases, y entablar una muy buena relación. La berenjena es amigable, dúctil, se adapta a diferentes tipos de cocción, en definitiva, no te complica la vida. No es poca cosa…
Me parece que me estaba yendo de tema. Volviendo a lo que nos atañe, te cuento que la receta de hoy es bastante elaborada, y por lo tanto el mismo consejo de siempre: prepararla en etapas.
Ingredientes
- 4 berenjenas grandes
- salsa de tomate
- 1 cebolla
- 3 dientes de ajo
- albahaca
- 250 grs queso parmesano
- 250 grs queso muzarella
- harina
- 2 huevos
- sal y pimienta
Preparación
- Saltar la cebolla cortada, agregar los dientes de ajo picados y por último la salsa de tomate. Salpimentar y dejar cocinar unos minutos. Reservar.
- Lavar las berenjenas, quitarle la cáscara de dos de sus caras, y cortarlas en rodajas a lo largo. Ponerlas en un colador, rociar con sal gruesa y dejar que escurran durante una hora. Transcurrido ese tiempo ya se pueden lavar y secar.
- Pasar las láminas de berenjena por harina y huevo, freírlas y reservar.
- Armar en una fuente apta para horno, intercalando las capas en este orden: salsa de tomate, berenjenas, albahaca, queso muzarella y queso parmesano recién rallado, hasta llenar la fuente. Terminar con muzzarella, salsa de tomate y parmesano.
- Hornear hasta gratinar.
Las berenjenas son un clásico de la gastronomía mediterránea, y esta receta en particular es un plato típico de Italia. Prometo ir agregando otras de Grecia y de España en las que también se luce.