Este postre es un clásico y, seguramente, no va a sorprender a tus invitados como lo logra un mousse de maracuyá o un fondue de chocolate, pero de todas formas el éxito está garantizado. Tiene la seducción propia del dulce de leche, enriquecida por el brillo del caramelo y la textura diferente que le aporta el coco.
Este budín distiende el humor, te deja perezoso y relajado; alarga la sobremesa mientras se va terminando la penúltima botella de vino y empieza la ronda de café. ¿Te parece que exagero, y que le estoy dando color? Te reto a que lo pruebes.
Un consejo: si después de la cena tienen planeado ir a conocer un boliche nuevo, no prepares este postre. Probablemente no conseguirás tentarlos para la parranda y preferirán seguir instalados en tus sillones, conversando, abriendo otra botella de vino y preguntando si queda un pedacito de budín de dulce de leche.