Se acerca otro día 29 y, como corresponde, comeremos ñoquis. Esta vez de espinaca y ricota. No se con certeza de donde o cuando surge esta tradición, pero parece que es patrimonio de los países de esta región. Las leyendas de como nace esta costumbre son variadas, y en esos casos lo mejor es quedarse con la que más te guste y puedas creértela. A mi me encanta que me cuenten historias o leerlas, así que siempre me prendo a buscarlas, y de las que encontré sobre este tema, hubo una que me gustó más que las otras, porque la pude imaginar y me la creí.
Cuentan que los inmigrantes italianos, que llegaban en cantidades al Río de la Plata a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, formaban una colectividad numerosa y sólida. Desembarcaban familias enteras con su carga de baúles, pero también hombres y mujeres que viajaban solos, portando una carta de presentación para algún pariente que ya estaba instalado, o simplemente con un oficio y ganas de trabajar. Algunos descubrían rápidamente que no era tan fácil “hacerse la América”, y recorrían las calles de Montevideo o Buenos Aires buscando una occupazione aunque fuera faticoso. Pero, el 29 de cada mes, durante el árido fin de mes, sin importar cuantas monedas tenía cada uno en su bolsillo, se juntaban y preparaban un plato tradicional y económico, ñoquis.
En unos tablones largos, apoyados sobre caballetes, se preparaba la mesa para todos. Pan casero, vino y ñoquis para compartir. No faltaban los gritos, las risas y hasta un pañuelo por si había que secar alguna lágrima. Frente a ese plato se sentaban la juventud y la experiencia, la rebeldía y la sabiduría, pero ninguno se olvidaba de poner una moneda debajo del suyo, para atraer a la fortuna.
Ha pasado mucho tiempo desde esa época, y yo aprendí que mi suerte no depende de la moneda bajo el plato. Pero sigo comiendo ñoquis los 29… porque forma parte de nuestra cultura, o porque no necesito demasiadas razones para hacerlo, o simplemente porque me gustó una historia.
Los ñoquis que te propongo son de espinaca y ricota, y llevan muy poca harina, que además la podés reemplazar por alguna mezcla de harinas sin TACC y hacerlos aptos para celíacos. En ese caso, no te olvides de tener presente las recomendaciones de no contaminar ese alimento, con alguna de las harinas que no están permitidas. Manipulá los ingredientes cuidando que no estén en contacto con otros que contengan trigo, avena, cebada o centeno, o con algún utensilio que haya estado en contacto.
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